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Porque nunca Dios le dijo a ningún ángel:

«Tú eres mi Hijo;
desde hoy soy tu padre.»

Tampoco dijo de ningún ángel:

«Yo seré para él como un padre,
y él será para mí como un Hijo.»

Y cuando Dios envió a su Hijo a este mundo, ordenó:

«Que todos mis ángeles lo adoren.»

Además, cuando Dios habla acerca de los ángeles, dice:

«Mis ángeles son el viento,
y mis sirvientes son relámpagos.»

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